Al principio pensé que estaba en la casa de un amigo y que me estaban haciendo una broma.
Aún no podía abrir los ojos, por más que intentar; como si tuviera una cinta. Traté de explicármelo a mi mismo, también llegué a creer que había quedado ciego, pero sentía una luz al fondo.
Me paré y traté de buscar alguna pared en la cual podría apoyarme, sorprendentemente encontré una a pocos metros de la silla. Empecé a caminar lentamente con la mano apoyada en la pared, tratando de llegar a esa luz que había en el fondo. Noté que la habitación era bastante grande, ya que aún no había encontrado la otra pared de la pieza..
No sabía cuando había caminado, pero poco; caminaba lento.
Por fin sentí una puerta y logré abrirla. Un viento cálido se sintió por todo el lugar. Silencio. Ya no se escuchaban los gritos. Comencé a asustarme. No sabía que o quien estaba en la habitación. Desesperadamente intenté abrir los ojos, no podía. La locura invadía rápidamente mi cuerpo y mi mente.
Me desesperé, pero con un rápido movimiento abrí la puerta por la que había entrado (que en esos momentos se encontraba atrás mio) y volví a la otra habitación. Caí torpemente al suelo y cerré la puerta con una patada. Cuando por fin me calmé pude notar que algo había cambiado en esa habitación, el aire era distinto. Me paré con la intención de, si escuchaba algún sonido raro, correr lo más rápido posible a algún lugar; sabía que en ese momento no me iba a importar a donde.
En cuanto me paré senté que estaba pisando algo con el pie; no me hizo falta agarrarla para darme cuenta que era una pistola. La alejé de mi con una patada, pero en seguida escuché como se chocaba contra la pared.
Antes pensaba que estaba en una habitación grande, pero luego de eso cambió totalmente la perspectiva del lugar en donde me encontraba. Por un momento pensé que era un pasillo, pero me quedé con la idea de que solo era una habitación más chica de lo que había pensado.
Escuché un grito a lo lejos, seguido de un golpe de una puerta, como si la hubieran cerrado.
Silencio. Escuché unos pasos que se iban acercando. Me quedé inmovilizado contra la pared, mientras el miedo se apoderaba de cada parte de mi.
Empezaron con disparos; acto seguido, alguien me golpeó la cabeza y caí inconsciente al piso.
Cuando desperté aún no podía abrir los ojos; estaba sentado en una silla y atado a ella por las manos y los pies. Escuchaba voces a lo lejos, pero no entendía lo que decían. No pasó mucho tiempo antes de que se callaran y se convirtieran en pasos que se dirigían hacia mi.
-Ah, ya despertaste...- escuché a una voz femenina cerca de mi.-Seguramente te estarás preguntando muchas cosas, y si tuviera tiempo te las respondería. Sólo te voy a informar que...- a medida que decía esas palabras sentí como se iba acercando a donde estaba yo.- ya tenemos lo que queremos.
Hizo una pausa. Aproveché para pensar que se pudieron haber llevado; que tenía yo que algunas personas buscaran. No conocía la voz, no sabía con quien estaba hablando, y el "ya tenemos" significaba que habían otras personas con ella.
Volvió a hablar y nunca supe a que cosa se refería, o quien era aquella persona.
-Ahora, te vamos a dar dos opciones. Te llevamos a la salida de este lugar, o hacemos que puedas volver a ver. Si elegís la primera seguirás sin ver, y si elegís la segunda vas a poder ver pero te quedarás en esta habitación sin saber donde está la salida.- dijo aquella mujer lentamente.
No hizo falta que lo piense dos veces: elegí la segunda. En cuanto pudiera ver buscaría la salida por mi cuenta, ya que no confiaba que ellos me llevarían allí.
-Como quieras...-dijo la mujer mientras se alejaba de mi.
De nuevo hubo un silencio. Comencé a ponerme nervioso hasta que sentí la presencia de alguien más en la habitación. De pronto sentí calor humano cerca de mi, pero no sabía quién era ni que iba a hacer. Ahí fue cuando pasó, esa persona acercó un objeto filoso a mi y cortó los hilos que estaban cerrando mis ojos. Si, me habían cosido los ojos. Comencé a sangrar. Gotas y gotas brotaban y caían de mi cara.
Cuando pude distinguir algo, aquella persona ya no estaba. La habitación estaba completamente vacía, solo estaba yo y la silla; de la cual me habían desatado, pero no me había dado cuenta.
Rápidamente corrí hacia la puerta y me fui de la habitación; mis ojos seguían derramando lágrimas de sangre.
Llegué hasta un pasillo, volví a escuchar unos gritos al fondo; y comencé a gritar yo también, de dolor. Busqué por mis bolsillos si tenía algo para ayudarme. Nada, no tenía absolutamente nada. Comencé a pedir auxilio, hasta que vi, al fondo del pasillo, una puerta. Esa podría ser la salida; pero si no lo era, el hecho de morir no iba a estar muy lejos. Esa idea me atormentó. Empecé a correr hacia la puerta, hasta que caí. En el piso puede notar que mis manos y pies también sangraban.
Me quedé ahí tirado. Nació la última lágrima se sangre de mis ojos y comencé a sentir como lentamente se consumía mi vida, acercándome más y más a la muerte.