Esto es un blog, o no. Esto es un rincón. Este es un recoveco donde decidimos mostrar o esconder palabras. Palabras que salieron de la timidez de Florencia, la suavidad de Julieta o el huracán arrollador de Paz y Juliana. Palabras, al fin, que cada viernes inventamos, compartimos, tachamos y volvimos a escribir. Esto fue un taller... o quizás es otra historia que comienza.

martes, 29 de noviembre de 2011

Culminar

Intenté abrir los ojos, no podía. Sentía un viento frío que venía desde mi izquierda.Estaba sentado en una silla, solo eso sabía. Escuchaba gritos desde afuera, así que supuse que no estaba en un lugar muy abandonado.
Al principio pensé que estaba en la casa de un amigo y que me estaban haciendo una broma.
Aún no podía abrir los ojos, por más que intentar; como si tuviera una cinta. Traté de explicármelo a mi mismo, también llegué a creer que había quedado ciego, pero sentía una luz al fondo.

Me paré y traté de buscar alguna pared en la cual podría apoyarme, sorprendentemente encontré una a pocos metros de la silla. Empecé a caminar lentamente con la mano apoyada en la pared, tratando de llegar a esa luz que había en el fondo. Noté que la habitación era bastante grande, ya que aún no había encontrado la otra pared de la pieza..
No sabía cuando había caminado, pero poco; caminaba lento.

Por fin sentí una puerta y logré abrirla. Un viento cálido se sintió por todo el lugar. Silencio. Ya no se escuchaban los gritos. Comencé a asustarme. No sabía que o quien estaba en la habitación. Desesperadamente intenté abrir los ojos, no podía. La locura invadía rápidamente mi cuerpo y mi mente.
Me desesperé, pero con un rápido movimiento abrí la puerta por la que había entrado (que en esos momentos se encontraba atrás mio) y volví a la otra habitación. Caí torpemente al suelo y cerré la puerta con una patada. Cuando por fin me calmé pude notar que algo había cambiado en esa habitación, el aire era distinto. Me paré con la intención de, si escuchaba algún sonido raro, correr lo más rápido posible a algún lugar; sabía que en ese momento no me iba a importar a donde.
En cuanto me paré senté que estaba pisando algo con el pie; no me hizo falta agarrarla para darme cuenta que era una pistola. La alejé de mi con una patada, pero en seguida escuché como se chocaba contra la pared.
Antes pensaba que estaba en una habitación grande, pero luego de eso cambió totalmente la perspectiva del lugar en donde me encontraba. Por un momento pensé que era un pasillo, pero me quedé con la idea de que solo era una habitación más chica de lo que había pensado.
Escuché un grito a lo lejos, seguido de un golpe de una puerta, como si la hubieran cerrado.

Silencio. Escuché unos pasos que se iban acercando. Me quedé inmovilizado contra la pared, mientras el miedo se apoderaba de cada parte de mi.
Empezaron con disparos; acto seguido, alguien me golpeó la cabeza y caí inconsciente al piso.

Cuando desperté aún no podía abrir los ojos; estaba sentado en una silla y atado a ella por las manos y los pies. Escuchaba voces a lo lejos, pero no entendía lo que decían. No pasó mucho tiempo antes de que se callaran y se convirtieran en pasos que se dirigían hacia mi.
-Ah, ya despertaste...- escuché a una voz femenina cerca de mi.-Seguramente te estarás preguntando muchas cosas, y si tuviera tiempo te las respondería. Sólo te voy a informar que...- a medida que decía esas palabras sentí como se iba acercando a donde estaba yo.- ya tenemos lo que queremos.
Hizo una pausa. Aproveché para pensar que se pudieron haber llevado; que tenía yo que algunas personas buscaran. No conocía la voz, no sabía con quien estaba hablando, y el "ya tenemos" significaba que habían otras personas con ella.
Volvió a hablar y nunca supe a que cosa se refería, o quien era aquella persona.
-Ahora, te vamos a dar dos opciones. Te llevamos a la salida de este lugar, o hacemos que puedas volver a ver. Si elegís la primera seguirás sin ver, y si elegís la segunda vas a poder ver pero te quedarás en esta habitación sin saber donde está la salida.- dijo aquella mujer lentamente.
No hizo falta que lo piense dos veces: elegí la segunda. En cuanto pudiera ver buscaría la salida por mi cuenta, ya que no confiaba que ellos me llevarían allí.
-Como quieras...-dijo la mujer mientras se alejaba de mi.

De nuevo hubo un silencio. Comencé a ponerme nervioso hasta que sentí la presencia de alguien más en la habitación. De pronto sentí calor humano cerca de mi, pero no sabía quién era ni que iba a hacer. Ahí fue cuando pasó, esa persona acercó un objeto filoso a mi y cortó los hilos que estaban cerrando mis ojos. Si, me habían cosido los ojos. Comencé a sangrar. Gotas y gotas brotaban y caían de mi cara.
Cuando pude distinguir algo, aquella persona ya no estaba. La habitación estaba completamente vacía, solo estaba yo y la silla; de la cual me habían desatado, pero no me había dado cuenta.
Rápidamente corrí hacia la puerta y me fui de la habitación; mis ojos seguían derramando lágrimas de sangre.
Llegué hasta un pasillo, volví a escuchar unos gritos al fondo; y comencé a gritar yo también, de dolor. Busqué por mis bolsillos si tenía algo para ayudarme. Nada, no tenía absolutamente nada. Comencé a pedir auxilio, hasta que vi, al fondo del pasillo, una puerta. Esa podría ser la salida; pero si no lo era, el hecho de morir no iba a estar muy lejos. Esa idea me atormentó. Empecé a correr hacia la puerta, hasta que caí. En el piso puede notar que mis manos y pies también sangraban.
Me quedé ahí tirado. Nació la última lágrima se sangre de mis ojos y comencé a sentir como lentamente se consumía mi vida, acercándome más y más a la muerte.

Las dos caras del romance

Según él:
Era un día soleado como cualquier otro, nada especial. Tenía que encontrarme con mi novia, Jane, esa misma tarde, así que decidí salir unas horas antes para fumar un rato. A Jane no le gusta, pero no voy a dejarlo por ella. Así que fumo cuando ella no está para que no empiece a quejarse, odio eso. En cuanto empieza a hablar, nunca termina. No la soporto, pero tiene un cuerpo que deja sin palabras, que es lo que me mantiene atado a ella. Nada más.
No hay viento, a pesar de que es noviembre. Se puede sentir como el verano se acerca a Mar del Plata, una ciudad turística. Está llena de gente extranjera y casi era imposible caminar, sobre todo en la Avenida Independencia.
Me quedo en una esquina parado en frente a una librería cerrada. Termino el cigarrillo y enseguida prendo otro. Estoy así hasta que termino el paquete y camino unas cuadras para comprar otro. Ya sé, soy un adicto.
Cuando vuelvo a fijarme la hora, ya estaba llegando diez minutos tarde, y como no quiero escucharla quejarse hasta la noche, comienzo a correr hacia su casa. Desgraciadamente, tengo mala suerte y todos los semáforos se ponen en rojo cada vez que yo necesito cruzar.
Al principio tengo paciencia, y espero a que se pongan en verde, pero no duro mucho antes de que me canse y empiece a correr sin importar los semáforos o los autos que me pudieran atropellar.
No sé qué va a pasar en estos momentos, pero pasó. Un camión dobla en una esquina y me atropelló. Todo se nubla de repente y, cuando abrí los ojos, estoy en una habitación con paredes blancas y una pequeña luz de fondo, llego a la conclusión de que me encuentro en un hospital.
Me asusto y sobresalto hasta el punto en que casi me caigo de aquella cama extraña. Tengo cables en todos lados, una máquina que capta mis latidos y un respirador que lanza un aire frio hacia mi nariz y boca.
Pasan unos minutos y todo sigue igual, solo que yo estoy más tranquilo, ya que pude superar la muerte, porque aún estoy vivo.
Comienzo a divagar con la mirada por la habitación. Es una típica habitación de hospital con una cama vacía al otro lado de esta, una mesa al lado y las paredes blancas, el piso y las sabanas igual. Las mesas, blancas, todo blanco, sinceramente comienzo a marearme.
Cierro los ojos por un momento; no sé si me quedo dormido o no, pero cuando vuelvo a abrirlos, algo en la habitación cambia. Sentada en frente mío estaba ella, Jane. Tiene un traje de enfermera, parece que se disfrazó para poder entrar a la habitación.
No pronuncia palabra, se para y fue hasta la máquina que me daba aire y la desconecta. De repente dejo de respirar, ya no puedo.
Se dibuja una sonrisa en su rostro, al mismo tiempo en que abre un hueco en mi pecho. Realmente quiere matarme. Quise llamarla, pero no puedo pronunciar ninguna palabra:
-“Jane… Jane…- lo único que sale de mi boca fue casi un susurro casi neutro. En mi mente, estoy gritando.
De pronto, no siento más dolor, no siento nada más, solo la morfina que corre por mis venas. Mi vista comienza a nublarse, lo último que veo fue a Jane parada en frente de mi con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
Ahora sí, estoy listo para caer en un sueño profundo del que nunca creo volver a despertar.

Según ella:
Todo estaba planeado. El camionero doblaría la esquina cuando yo lo viera a él venir corriendo por Independencia, camino a mi casa. Lo llamaría y terminaría con la estúpida vida de ese miserable. Él era un cornudo que lo único que le interesaba era aprovecharse de las mujeres como si fuéramos objetos sin valor y luego, se encargada de rompernos bien el corazón.
Mi nombre es Jane y el él tan misterioso es mi supuesto novio Jake. El día en que me propuso ser su novia, fue el más feliz de mi vida. Habíamos acordado de encontrarnos en la plaza. Yo hacía poco tiempo que lo había visto pero había quedado enamorada completamente de él. Por lo que se ve, le interesé y me pidió que nos viéramos en el parque a eso de las seis de la tarde. Yo fui con ropa media atrevida, porque una de mis mejores amigas había sido su novia, y me dijo que a Jake le gustaban las cosas atrevidas.
Cuando llegué a la plaza, él me preguntó si quería ser su novia, y yo, que no soy de las que se hacen rogar, le dije que sí. No sabía que iba a ser el peor error de mi vida. Los primeros que salimos juntos, me sentí re feliz. Jake me daba todo lo que yo quería a cambio de mis encantos. Pero hace unas semanas atrás, él cambió. Ya no era el de siempre. Se mostraba más cortante. Ya no era el mismo. Una noche que se iba de mi casa temprano (raro de él), mi cerebro pensó con rapidez, y lo seguí. No se dirigía a su casa, como me había dicho, sino a otro lado desconocido. Se fumó un paquete completo de cigarrillos (odio que haga eso). Se frenó en una casa que no conocía y tocó el timbre. Bajo un par de escalones, se acomodó el pelo, y de la puerta salió un hermosa mujer de unos veinte años, tenía ceñido al cuerpo una blusa color azul y una mini-falda color blanca. Sus zapatos eran unos tacos de punta de unos 12 cm. Ni bien lo vio, se le tiró en los brazos, y él la beso como nunca me había besado a mí. Yo no lo podía creer. Salí corriendo de mi escondite sin que me vieran.
Al día siguiente, vino a mi casa y estaba más feliz. Yo intenté disimular mi enojo y seguirle la corriente. Esa noche no sé por qué lo volví a seguir, pero no fue a la casa de la noche anterior, sino que a otra, y paso exactamente lo mismo.
Las noches siguientes el hacía la misma rutina, me veía a mí y después se turnaba con una de las cinco chicas que yo había conocido las noches anteriores.
Volviendo a donde empecé, me encontraba en la parada de autobuses, esperando la llegada de Jake. Cuando lo vi acercarse corriendo por la vereda dos cuadras de donde yo estaba. Llamé al camionero y le dije que comenzara a andar. Mis cálculos son perfectos y cuando el camión se disponía a cruzar, Jake cruzó. El camión lo partió a la mitad. Gritó con mucho dolor. Yo me hice la desesperada y corrí hacia él. Llamé a una ambulancia amiga y nos llevaron al hospital. En él, un contacto mío me dejó pasar al hospital disfrazada de enfermera. Todas estas personas me ayudaron porque les conmovió la historia, y no podían soportar que un cretino como ese anduviera seduciendo e engañando a las chicas como si fueran solo pedazos de papel.
Yo entré al hospital, y me disfracé de enfermera. Un médico amigo me explicó como matarlo. Primero debía cortar sus conductos de aire, desconectando el aparato color azul. Luego debería conectarle a unos de los cables que tenía, la droga que lo haría despedirse de su vida.
Me puse mi disfraz y salí rumbo a su habitación. Cuando llegué estaba inconsciente, así que lo esperé. Luego de tres cuartos de hora, recobró el sentido, por lo que se ve, el camión lo golpeó muy fuerte. Luego de observar que me reconoció me dirigí hacia su respirador automático. Desconecté sus cables y, noté como sus ojos pedían a gritos que le volviera a conectar el aparato. No lo hice. Le inyecté la droga, y poco a poco la morfina hizo su efecto. Lentamente vi despedir la vida de sus ojos. Ese fue el final de Jake y de mi venganza.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Elecciones

Queridos compatriotas si me hacéis su presidenta. Yo haría que se dicten las clases solo los lunes y miércoles, cambiaria los pizarrones por barras de chocolate, las tizas ya no existirían, porque se reemplazarían por crema batida. Cada quien tendría su casa propia con derecho a un jardín. Habrá un policía en cada esquina de la ciudad. Cualquiera podrá comprar y consumir alcohol y cigarritos a cualquier hora. Las playas estarán prohibidas para todo el mundo, las fábricas tendrán prohibida el acceso a la ciudad. Les daré $9000 cada 5 meces a cada habitante. Les agradecería mucho su voto y cada uno tendrá la opción de elegir entre un auto, un conjunto de guitarra eléctrica, bajo, batería mas un amplificador y dos micrófonos, un conjunto de los libros que quiera o todo.

¿Qué soy?


  • Si tan solo la profesora que tan amablemente le pide a los alumnos sentarse, no lo hiciera porque no me gusta que a la primera hora de la mañana pasen por encima de mi, que apoyen sus mochilas o sus cuerpos como pesadas rocas sobre mi. No tengo descanso hasta el recreo cuando victoria se levanta y se va. Pero es horrible ser aplastada todo el tiempo y mis hermanas… pobrecitas de ellas, no tienen el mismo trato que yo, a ellas incluso las pisan.
  • Hoy fue muy extraño, Florencia me saco de mi casita, oscura y rota donde he estado guardado desde hacia mucho tiempo, me agarro con la mano derecha y me coloco sobre sus ojos como lo hacia en los viejos tiempos. Me enseñó mucho, lo que hacia en lengua y matemáticas pero lo mejor fue que me enseñó a sus amigas que le dieron un consejo para que yo me viera mejor sobre su rostro, solo que al sonar una campanada ella me vuelve a guardar en mi linda y cómoda cajita donde esperaré hasta el día en que le duelan los ojos de tanto leer y necesite mi ayuda.

Instrucciones para dormir.

Primero debe poner la cosa que cuelga del lado izquierdo superior sobre la cosa que cuelga del lado derecho superior, para no confundir la llamaremos mano luego de que estén juntas acérquelas a la mejilla que prefiera, colocar la cabeza con las manos sobre las mejillas, pero que estas estén en medio de la cabeza y la almohada. Para especificar mejor, su cuerpo tiene que estar recostado sobre eso suave y más grande que usted, usualmente también mas pesado que llamaremos colchón. Cierre los ojos, si  le resulta complicado podría cerrar el derecho primero y luego el izquierdo o al revés. Deje que su mente piense en lo que quiera. Al terminar de pensar imaginara un montón de cosas que no vería normalmente o simplemente no vera nada. En ese punto usted ya estará dormido y en el sueño mas profundo.

Carta a la maestra

Querida maestra
El tiempo ha pasado
Yo ya me eh graduado
Ahora te pedía
Que cuidaras de mis hijitas

Maria

¡Hola!
¿Como has estado? parece que fue ayer cuando estabas en primero.
Me alegraría mucho verte a vos, y a tus hijas
¿como se llaman? ¿Donde vivís? Pásame todos los datos y, claro, el día así me organizo.

Un beso.
Ester (la maestra)

Ester
Tengo tres chicas. Laura, la mayor y cecilia y Joaquina que son mellizas, pero son muy diferentes. Ahora estoy viviendo en la casa de mis tíos llámame y te paso la dirección. ¿Te parece bien este miércoles después de las cuatro?

María.

María
La alegría de tener tres chiquitas en casa de nuevo. Roberto se va a poner a llorar y a saltar cuando lo oiga. Tráemelas a las cuatro. Besitos. Decíme la resolución cuanto antes.

Ester.

Ester
Esta bien, este miércoles a las cuatro las llevare, espero que se porten muy bien a su cuidado, y gracias por su ayuda. Realmente la necesitaba.

Muchas gracias.
María

Terminamos

Porque no esta el amado en el amante, su estado era deplorable, la mentira se descubrió. Terminamos.
La espera termino, no quiero volver a verte, pero no significa que ya no te quiera. Nuestra relación no tiene un mañana, pero ¿realmente ha acabado? ¿O es recién el comienzo? No se que pensar de vos sinceramente.